

Antonio Ortiz
Sábado, 3 de noviembre 2018, 19:10
Intervenciones quirúrgicas complejas a personas sin recursos. Esta es la tarea que lleva tres décadas realizando el urólogo extremeño Miguel Litton Muñoz nacido en Villafranca de los Barros en varios países de Centroamérica.
Al principio inició esta tarea en solitario, pero con el paso de los años consiguió implicar a más especialistas en el campo de la urología y recaudar fondos para ampliar el número de beneficiarios de esta labor solidaria. Hasta la fecha, más de 300 urólogos de todas las comunidades autónomas españolas han participado en las denominadas 'Brigadas urológicas' y han realizado más de 1.800 operaciones.
Ahora ha creado una fundación que lleva su nombre con dos ideas prioritarias: por un lado, dar a conocer el proyecto altruista que se está realizando; y, por otro, implicar a personalidades relevantes de todos los ámbitos sociales que den visibilidad al mismo. De esta forma, se busca ampliar las contribuciones para la causa y garantizar su continuidad.
Litton llegó a Nicaragua en 1989 en un viaje de carácter personal. Allí tuvo la oportunidad de conocer la realidad sanitaria del país. «Me impactó mucho ver las carencias que tenían, fue un choque que me marcó», expone este urólogo que ese mismo año comenzó a ver pacientes y en 1990 ya estaba operando en hospitales públicos. «Me llevaba mi propio material, porque muchos de los aparatos que había allí estaban previstos solo para la enseñanza no para intervenir», añade.
Los viajes continuaron desde aquella primera visita, ya con una clara vocación solidaria y con la intención de contribuir al desarrollo de la urología en Nicaragua. Para ello, además de practicar intervenciones de urgencia, se centró en impartir ponencias y trasladar sus conocimientos a los profesionales sobre el terreno.
En estos primeros años ya se sumaron a Litton algunos especialistas españoles y comenzó la colaboración con médicos locales.
Uno de los hitos en esta relación fue la celebración de un congreso hispanoamericano de urología, que tuvo lugar en 1999. «Fuimos una veintena de urólogos españoles y empezamos a tener un contacto más directo», señala Litton, que destaca como un punto clave que el doctor Jesús Cisneros se sumara a la iniciativa. «Al ser dos ya podíamos hacer cirugías complejas».
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